lunes, 23 de enero de 2012

Cuando se pierden (o se rompen) las costumbres y los prejuicios por igual

Vengo desde Navidad pensando en esto, es decir, hace casi un mes, pero hasta ahorita medio me animé a escribirlo y a ver cómo queda porque ya no recuerdo mucho de lo que estuve analizando y mis ideas que estuve exprimiendo ya se fueron al agujero de la memoria y ha de ser otro, porque por aquí no andan. En fin, me dejo de tanto divagar y me pongo a escribir seriamente de lo que va esto:


Se genera un vacío, (quizá ahora que leí a Frankl y ahora que estoy leyendo a Fromm, pueda hablar correctamente de un vacío existencial y un miedo a la libertad), un vacío generado cuando al pasar el tiempo se rompe ya sea de tajo o paulatinamente con las costumbres a las que estábamos atados o con las que estábamos identificados. Me explico, he dejado de ser católica, en parte por coacción, en parte por voluntad y gusto propios. ¿Y qué pasa ahora? No se corta relación sólo con la religión sino con todos los principios y costumbres que daba válidos con ella: La Navidad ya no me representa necesariamente el nacimiento de Jesús y si no creo en eso, o dicho de otra forma, si no lo conmemoro como lo señala la Iglesia quiere decir que tampoco he de creer en los Reyes Magos y si tampoco creo en eso no puedo comer tamales el 2 de febrero y la Vírgen de Guadalupe no se apareció en ningún cerro en ningún tiempo y entonces mis vacaciones de semana Santa tampoco deberían existir y... bueno, creo que ya marqué el punto. Cuando uno se deshace de lo que creía o de lo que creía que creía, queda ese vacío y aparentemente ya no se sabe con él, porque el tiempo empleado y las ganas por hacer las cosas han desaparecido para dejar la nada en la que uno ya no sabe cómo actuar, podría fácilmente caer en gustos mundanos como lo hace la mayoría de la sociedad en la que me encuentro sumergida, pero lo cierto es que eso no se me da y vaya que lo he intentado con creces, mmm, bueno la verdad es que ni tanto, pero a lo que voy, es que si estoy contextualizando bien a Fromm (me gustaría tener un libro de Fromm para dummies), nos encontramos ante la oportunidad de encaminar esa libertad y tiempo recién adquiridos para lo que nosotros queramos, el problema estriba en que no sabemos qué hacer con ello, si acaso he concluido necesitamos hacernos de nuevas costumbres (¿nuevos prejuicios?) que nos llenen de la forma en que los antiguos dejaron de hacerlo. Esa es la idea ¿qué hace uno con los recursos que estaban encaminados a cubrir cosas en las que uno ya no cree?


¡Vaya! La navidad pasada sí me ha afectado bastante, jajaja es lo malo de no dejarse llevar tan fácilmente por lo que la mayoría de la gente piensa y la forma en la que actúa. Pero lo cierto es que el mexicano es muy fiestero, no se puede contrarrestar esa forma tan característica en el que se toma todo con humor. Es risible escribir esto (concretar la idea), en el que mi agenda lo marca como el Día Mundial de la Libertad y que curiosamente mañana sea Día Mundial de las Religiones. Extraña, muy extraña coincidencia.... 

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