Ballet...
El Lago de los cisnes en Arquitectura, allí a donde también me fugué la semana pasada, que es mejor que sofocarme en casa. El cisne negro fue lo mejor, más que el blanco que se supone es el protagonista. No me quedé dormida y ya es ganancia. Tardé más en llegar y esperar (y esperar, más de dos horas) que en lo que empezó y finalizó todo. Eso es no bueno pero no se puede tener todo en esta vida.
#PosMeSalto...
Porque subió el metro, pasó de $3 a $5.
¿#PosSeSaltó? Pos que dizque no, pos que dizque sí.... La verdad, de regreso sí me ahorré los 5 varos que me dolieron pagar cuando iba de ida. Fue en Copilco donde varios muchachos moviendo el torniquete, dejaron pasar a todos aquellos que no quisieran pagar la nueva tarifa, la afluencia era poca por lo que la maniobra fue fácil. En Indios había más gente; cuando yo llegué algunos curiosos se acercaban para ver qué pasaba pero conforme fue pasando el tiempo, cerca de las 4:00 p.m, ya eran bastantes los que desde afuera apoyaban a los que apenas iban a a abordar el metro a la voz de "¡por abajo, por abajo, por abajo!", "sin boleto, sin boleto", "sáltate", y sí, lo cierto es que la mayoría se pasaba por abajo y algunos más se saltaban, (de hecho varios hombres estuvieron a punto de no poder procrear por no medirle bien el agua a los camotes, quizá creyeron que sería pan comido y no fue así), niños, hombres, hasta aquellos que ya eran de la tercera edad se pasaban por abajo como muestra de apoyo a la manifestación, mujeres con niños en brazos le decían a la chica que estaba organizando la manifestación que le detuviera el niño mientras ellas pasaban por abajo. Y a los que pagaron, como es la cultura del mexicano le tocó una rechifla de aquellas, comenzaron con un buuu a los primeros en rajarse, para después pasar al tan socorrido p***, pura grilla, sana diversión, nada de vandalismo que reportar. Y fue un momento catártico para todos los que estuvimos allí, porque sabíamos que con ese acto de rebeldía no se iba a resolver nada, pura fiesta para no explotar, diría Octavio Paz. No podíamos engañarnos y sin embargo, estábamos presentes bajo un mismo dolor común. Y fue más entretenido que un partido de fútbol o un programa de chismes. Por un momento me sentí con esperanzas, con fe en el pueblo mexicano, pero después de dos horas, se esfumó.
Recordar...
Que hace un año estaba batallando en un examen que duró cuatro horas y se me hicieron insuficientes y creí que reprobaría. Y no fue así. Y fin.
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