“Un diccionario, a pesar de su heroico esfuerzo de precisar el lenguaje, está destinado al fracaso desde el momento en el que se imprime una sola palabra; porque el lenguaje, con sus constantes mutaciones es irremediablemente incontenible. En Dictionary Days, el galardonado ensayista Ilan Stavans explora neutra necesidad humana de “recurrir al significado de una palabra”. Dueño de cientos de diccionarios, Stavans sigue una tortuosa y fascinante historia de la lexicografía en inglés, francés, español, alemán, árabe, hebreo, latín y cirílico.
En su viaje, Stavans destaca extrañas inconsistencias de significado, descubre orígenes poco comunes y comparte anécdotas extraordinarias y a menudo muy divertidas.
Con un sorprendente conocimiento de los diccionarios de las diferentes épocas, además de un gran ingenio, Stavans llega más allá” de los márgenes de la página y rinde justo tributo a una disciplina que es fuente de inspiración y enloquecedora a la vez. “Como los diccionarios son oráculos, no dejan nada fuera —excepto lo imposible”.
Y sí, corrí rápido a la caja registradora para que me cobraran. La verdad es que fue una ganga, prácticamente me regalaron el libro (y mi correspondiente rosa por aquello de la celebración), $20 y no exagero cuando digo que fue la oferta perfecta de todo el año.
Días de diccionario…Lo cierto es que quien tiene un diccionario a la mano no tan fácil lo puede ignorar, pronto se hace el vicio de revisarlo a la menor provocación ¿o sólo eso me pasa a mí?. Siempre recurro a él buscando palabras desconocidas o en el mejor de los casos, de las que no estoy tan segura de su definición y empleo dentro de una oración. Tengo además la costumbre de agarrarlos por ociosidad y dejar que me muestren aquellas palabras que nunca había oído y que para mi gusto tienen un sonido divertido, además leer un diccionario como se ojea cualquier otro libro y luego cuando se hace en compañía de otras personas resulta una terapia bastante peculiar.
La verdad es que es un libro bastante gracioso. El estilo peculiar del autor es muy bueno y de esos que se me hacen tan digeribles, interesantes, entretenidos. Yo debería escribir como él. Lo único malo es la traducción, en algunas partes no cuidaron la ortografía y la gramática. Pero fuera de eso es un libro muy recomendable para cualquiera que guste de los diccionarios y aunque fuera así, también ofrece un panorama amplio de los diccionarios, la lexicografía (parte de la lingüística que estudia los principios teóricos para la elaboración de diccionarios… sí, eso dice el diccionario en casa), los importantes problemas que surgen en la traducción, y obviamente el lenguaje en general. Además, un sinfín de anécdotas y notas culturales muy interesantes aparecen en él, podemos encontrar la oda que Pablo Neruda le hizo a los diccionarios (a mí ya no me sorprende, creo que también le hizo una oda la cebolla o algo así), o el hecho de que Gabriel García Márquez hizo un ensayo de su relación con los diccionarios, etc.
Léanlo, se van a divertir :)
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